Se cree que aquellas mujeres que jugaban en frontones fueron las primeras deportistas profesionales del mundo. Si bien hubo varios intentos previos para introducir a la mujer en el mundo de la pelota, en 1917 el empresario donostiarra Ildefonso Anabitarte se llevó a varias jóvenes a Madrid y las puso a jugar. Aunque comenzaron a jugar con raquetas robustas de madera y pelota de tenis, enseguida pasaron a la pelota de cuero. Jugaban en frontones pequeños a gran velocidad, y sin ninguna protección; el espectáculo estaba garantizado.
Al hilo de su éxito, proliferaron los frontones de raquetistas tanto en el Estado español como en América. Esa expansión demandaba pelotaris y, por ende, surgieron las escuelas de raqueta.
Dejaban el hogar con unos 15 años y una vez convertidas en avezadas pelotaris, la mayoría de las raquetistas ganaba lo suficiente como para mandar dinero a la familia. Esas mujeres pioneras fueron mal vistas en general en el País Vasco, porque no se atenían al molde de la mujer de la época; en el exterior, sin embargo, muchas de ellas probaron las mieles del éxito.
Por ese motivo, la asociación “Raketistak lehen eta orain kultur kirol elkartea” desea difundir la historia de aquellas pelotaris, una historia silenciada hasta ahora.
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